Algunos resuelven el tema pronto, otros ni lo tienen que resolver. A mi me ha tomado bastante tiempo pero siento que el proceso ha valido totalmente la pena. El rechazo a mi cuerpo ha sido un maestro que me ha impulsado a ir muy profundo en mi crecimiento personal y el conocimiento de cómo funciona la mente humana en relación con el alma.
Muchos creen que los trastornos alimentarios como la bulimia (este fue mi caso) son únicamente el resultado del rechazo al cuerpo y el deseo de la delgadez. Lo cierto es que un trastorno de la alimentación es una forma más, igual que cualquier otra adicción, de distraer la mente de algo que genera mucho dolor. Es la forma de distraer trauma que no encontramos cómo resolver, y como duele sentirlo pues buscamos formas de anestesiarlo.
Uno de los componentes de estos trastornos de la conducta alimentaria, es una relación tormentosa con el cuerpo. Yo en realidad, más que una causa, lo veo como un síntoma. El odio al cuerpo, es una forma bien específica en la que podemos enfocar nuestra atención en algo, que aunque nos moleste, no genera tanto dolor como el trauma original. Decidimos enfocarnos entonces en controlar nuestra alimentación, obsesionarnos con ella, restringir desmedidamente o hacer ejercicio fuera de proporción bajo la ilusión de que esto va a resolver el problema, es decir vamos a ser más felices. Lo cierto es que eso no sucede, así cambiemos el cuerpo, el dolor original, el que está por debajo y nos llevó a desahogarnos por medio de el foco en lo físico, sigue aún sin sanar.
Yo se que no todos sufren de trastornos alimentarios. Sin embargo creo que hay dos cosas importantes por rescatar en mi aprendizaje que creo si aplican a todos los seres humanos:
La primera es que si estás muy enfocado en tu apariencia física, tal vez hay un tema más profundo por resolver. Siento que la obsesión por el cuerpo “perfecto” es un poco un síntoma de que nos hemos desconectado del alma. Cada caso igual es distinto y todo hay que ponerlo en contexto. Acá estoy hablando de la reflexión en general.
La segunda es que si escogimos la obsesión por manipular el cuerpo, (bien sea por que lo odiamos o por que lo hemos convertido en nuestro trofeo), como una manera de distraernos de lo que de verdad duele, es por que tal vez, más que otras personas, tenemos creencias fuertemente distorsionadas acerca de cómo se supone que tenemos que vernos y es un poco en esto en lo que me quiero enfocar.
Desde niña siempre fui muy delgada, tenía además un apetito voraz y comía sin preocupación alguna. Fuí muy delgada hasta mas o menos mis 14 años, hasta que comenzó la historia con la bulimia. Que gran paradoja.
Crecí en una familia en donde se elogiaba mucho la delgadez, los comentarios de las tías a todas las sobrinas cada que nos veíamos en alguna reunión tenían que ver mucho acerca de cómo estábamos de flacas, o gorditas, o llenitas o con los cachetes así o asá. Era un tema fuerte. En mi casa también, a manera de chiste pero de manera muy frecuente, se hacían comentarios acerca de los tamaños de las barrigas de todos. A veces se usaban incluso palabras como ‘buche” para hablar del estómago. Poco amoroso no? Yo seguía comiendo sin problemas, delgada, pero de manera inconsciente registrando los mensajes acera de cómo era de importante tener un cuerpo de determinada forma, y de paso de cómo era de feo tenerlo de otra. Esto, sin duda fue creando un terreno fuerte para construir mis creencias acerca de que era un cuerpo ¨bueno¨.
Más adelante alrededor de mis 13 años empiezo a consolidar amistades muy importantes en mi vida. Amigos eternamente amados, en donde, por casualidad (mentira, nada es casualidad en esta vida) había un tema muy fuerte acerca de la importancia de hacer dieta, de comer sin grasa, bajo en calorías, de hacer ejercicio, o incluso de dejar de comer y pasar el día entero en el colegio con una colombina y ya. En este momento ya empiezo a estar más consciente de estas cosas y entonces me pregunto si es que yo estoy haciendo algo mal. A lo mejor estoy comiendo mucho, a lo mejor tengo que adelgazar. Estar rodeada de estos mensajes que veía todo el tiempo activó todas esas conversaciones acerca del cuerpo que tanto escuché en mi familia, y pues bueno, me puse entonces en la tarea de “arreglar” mi cuerpo.
Pero ojo, arreglar mi cuerpo con respecto a que????? yo ya era delgada, tenía un cuerpo sano, perfectamente funcional, además súper joven. Pues arreglarlo según las creencias que había construido. Todas, las que recogí de mi familia y las de mis amigos, con la idea fuerte de que lo único que importaba era SER FLACO. Entonces me pongo en una misión de llegar a ser lo más flaca posible. Lo más interesante de todo es que durante los 15 años de mi bulimia, estuve muy muy delgada únicamente en los periodos de anorexia, pero el resto del tiempo estuve bastante más gordita de lo que estuve toda mi vida.
El tema, es que estaba tratando de arreglar algo que NO estaba dañado, el ataque al cuerpo era solo el resultado de creencias que mi mente había construido. Digo la mente, por que antes, cuando no estaba tratando de controlar, y seguramente la guía era el alma, yo no tenía preocupaciones, comía de manera intuitiva y mi cuerpito estaba perfectamente bien.
Que ha sido parte fundamental de sanar esa relación tormentosa con el cuerpo? y si se puede decir de comenzar a amarlo? pues romper todas esas creencias, falsas, acerca de cómo es el cuerpo “bueno”. He mandado a la mierda la necesidad de tener un peso específico, he olvidado que mis piernas son solo cortas, y más bien me enfoco en lo mucho que me sirven para correr. Poco a poco he ido reconstruyendo mi propia idea de que es un cuerpo feliz. Feliz es la palabra, eso del cuerpo ¨bueno¨ hace mucho daño.
Cuando cierro mis ojos a pensar en que es un cuerpo feliz, y aún más en cómo se siente MI cuerpo feliz, las respuestas son muy diferentes a lo que pensaba antes, acorde a esas creencias que había construido.
Es un proceso, hay que tener mucha paciencia, pero lo bello es que se puede. Yo pasé muchos días dándome golpes y haciéndome cortadas enfrente del espejo para castigar mi feo cuerpo. Hoy en día lo miro con amorcito y agradecimiento. Hay muchas cosas que no me gustan, tengo estrías hasta en mis senos. Lo importante es que ya no siento ningún deseo por hacerle daño. En parte ha sido por que me he permitido romper esas creencias de cómo debe ser el cuerpo, para construir unas nuevas que se enfoquen en cómo está MI cuerpo feliz.
La invitación entonces es a conectar con la propia intuición y volver a preguntarle a nuestra alma qué es un cuerpo feliz. Más específicamente hacernos la pregunta personal de: Cómo se siente mi cuerpo feliz? Es importante usar la palabra sentir, así podemos conectarnos un poco más con la intuición. Si nos enfocamos tanto en el cómo se ve y no tanto en el cómo se siente volvemos a caer fácil en los parámetros exclusivos de la estética. Una estética además manipulada de manera fuerte por la industria de las pastillas para adelgazar y este tipo de cosas.
Tu te has hecho la pregunta de cómo se siente feliz tu cuerpo? Que tal si te tomas unos minutos para sentarte a meditar o estar en silencio. Cierras los ojos y poniéndote una mano en el pecho y otra en el abdomen te preguntas: Que necesitas para sentirte feliz?
Si te conectas con estos temas, te invito a ver este, este, este y también éste video que hablan acerca de nuestra relación con la comida.
un beso, gracias por leerme y mucha Salud!!!
Olga