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Bienestar

Ser fiel a ti para sanar

Olga Gulati

con la mano en el corazón.jpg

Hablar nuestra verdad no es fácil en un mundo en dónde existen tantas ideas fijas acerca de lo que es ser bueno, bonito, exitoso y productivo. 

Si además, de niño  creciste en un hogar en dónde hablar acerca de lo que piensas era poner en riesgo tu seguridad o la de un amado pues aún peor. 

La cultura y los contextos de crianza que predominantemente nos rodean crean el contexto para que nos agobie el miedo a expresar lo que verdaderamente sentimos. Por esto nos embarcamos en relaciones, proyectos, situaciones y conversaciones en donde en realidad no queremos estar. 

Si además  tenemos creencias acerca de no ser suficiente, pues más fuerte construimos identidades falsas para gustar a otros, para que nos quieran y nos acepten. Para poder encajar, para no enfrentar la tan temida soledad.  En casos más graves, complacemos a otros y nos callamos lo nuestro para evitar (como cuando éramos niños) los gritos o el maltrato de ellos. 

Lo cierto es que ocultar nuestras emociones, pensamientos y más aún nuestro verdadero Yo, solo  trae a largo plazo  la desconexión con nuestra luz que es nuestro verdadero motor de vida. Nuestra esencia relegada, no tiene como entrar a vibrar en nuestro cuerpo y llenarnos de  vida. Literalmente vida. Cuando dejamos de ser fieles a nosotros mismos es que empezamos a enfermarnos de mente y cuerpo. Aparecen las ansiedades, la depresión, los aparatos digestivos en estados de inflamación crónica, el Alzheimer. Como bien lo dijo Caroline Myss en una de sus conferencias: “Liars don’t heal, you can drink all the green juice that you want but If you don’t  speak your truth you don’t  heal” Los mentirosos no sanan, puedes tomar todo el jugo verde que quieras pero si no hablas tu verdad no sanarás. 

El tema es que tenemos miedo, mucho miedo de hablar nuestra verdad. Preferimos aguantar la desconexión de estar en un lugar que no queremos, antes de afrontar las consecuencias (según el ego malas) de decir lo que verdaderamente pensamos. 

Hoy tuve que decirle a una de las personas que más amo en el universo que no quería continuar un proyecto que dije que iba terminar. Venía aplazando la conversación por miedo a los juicios, a que algo “malo” pasara. Mi ego está herido, me siento perezosa, pero algo en el fondo de mi corazón me dice que hice lo que tenía que hacer. 

Me tiemblan las manos mientras les escribo este blog. Aún estoy un poco en shock. Aún no se ha resuelto bien la situación. Lo cierto es que mi alma está aquí conmigo y es quien me guía a compartir estas palabras con ustedes. 

Menciono mi alma, por que si no fuera por ella, no hubiera sido capaz de hablar con esta persona, no habría sido capaz de decir “no quiero terminar esto” y estaría ahora, no sólo llorando sino tal vez entrando en otro atracón para ir a vomitar después. 

Lo que les quiero compartir es una idea o revelación que ha llegado a mi vida: La forma de hablar nuestra verdad y mantenernos en ella sin derrumbarnos o dejar que el ego nos destruya en la cabeza, es llamando el alma a que nos converse.  Cuando de corazón (por que muchos tenemos la idea pero sólo en la cabeza), integramos la idea de que somos seres de energía y que somos más que un cuerpo, sanamos. 

Si no fuera por que le estoy dando permiso a mi alma de que me hable en este momento, no habría nada de compasión. La persona con la que hablé, entendiblemente está muy frustrada con migo. Tiene rabia. Esa reacción la lee mi mente como: “no eres suficiente y fracasaste otra vez”. Pero es solo la mente, el ego que se identifica con esos discursos viejos y activos en nosotros. 

Hay otra vocecita adentro que me dice: Ya te encargarás de resolver todo, ya encontrarán una forma de negociar esto, por lo pronto te felicito, hablaste tu verdad. 

Es así como sobrevivimos y luego además crecemos y sanamos con estos momentos de “atrevimiento”. 

Si en este momento sientes que hay un límite que tienes que poner en tu vida. Hazlo, yo sé que tienes miedo, pero no estás solo o sola. Somos muchos. Ponte la mano en el corazón y te garantizo que si lo haces, una parte grande de tu cuerpo y de tu alma van a sanar. 

Gracias por escuchar. Hablar con ustedes también me sana. 

Salud!